Por naturaleza los seres vivos cambian. La cuestión es qué y cómo lo hacen, así como quién los ayudará; una realidad que también se transmite al mundo empresarial.
Hoy las organizaciones viven en un entorno de movimiento y desarrollo constante, donde tener menor resistencia al cambio resulta más beneficioso y rentable que estar alejado de esa perspectiva. Al mismo tiempo, el apogeo de las tecnologías de la información permite que los cambios se difundan a velocidades cada vez más aceleradas, así que “cambiar” bajo estas condiciones parecería ser más fácil y casi un mandamiento para las organizaciones.
Sin embargo, mientras el mercado continúa exigiendo a las empresas esa mayor “agilidad hacia el cambio”, muchas de ellas aún dependen de la apertura y aprobación que sus directivos tengan hacia los procesos; demora que en gran medida se da por el desconocimiento de metodologías y buenas prácticas que deben ser transmitidas a cada uno de sus miembros y desde allí generar ventajas y beneficios a la organización.
Más allá de sus estructuras, las organizaciones son dinámicas, se mueven, vibran, piensan, cambian, son humanas y generan fenómenos sociales que ya no se pueden abordar desde los modelos administrativos tradicionales. El cambio ya no es un asunto de elección, es una necesidad crucial que trasciende la voluntad de sus líderes.
Una organización dispuesta a incluirlo en su realidad tiende a acelerar sus tiempos y procesos de respuesta, logrando finalmente altos niveles de flexibilidad y adaptabilidad, conocida hoy como Agilidad Organizacional, una cualidad tan apetecida por muchos pero a la vez, tan esgrimida por pocos.
Tenga en cuenta que para iniciar una gestión de cambio efectiva se debe trabajar en torno a las siguientes dimensiones:
Dimensión Personal: el cambio parte de la persona.
Esta dimensión habla del desarrollo personal y la introspección como parte del inicio del cambio. Si un empleado siente el cambio en todas las facetas de su vida y lo ve como un proceso natural y necesario para el éxito, es más factible que lo viva dentro de la organización. La motivación hace parte fundamental de este entorno.
Dimensión Interpersonal: las personas interactúan entre sí.
Después de tener clara la dimensión personal, viene el momento del encuentro entre dos o más formas de pensar y de actuar. La interacción con el resto de las personas de la organización es clave para que todos los procesos se vean transformados. Los objetivos delimitados y la comunicación asertiva son la clave del éxito, además de convertirse en los catalizadores para que el cambio se viva y se esparza por todos los rincones de la empresa.
Dimensión Liderazgo: los líderes modelan comportamientos.
Luego de la dimensión interpersonal, viene el liderazgo; el cual hace parte de los vehículos motivacionales que llevan a las personas a acelerar los cambios. Por esta razón los directivos, jefes, coordinadores y demás cargos en los cuales está la voz de mando, son los encargados de creer en el cambio y de dinamizar los procesos, para que las personas entiendan y compartan esta visión. Todas las áreas deben responder ante la llamada del cambio y estar preparadas para conseguir el éxito.
Dimensión Organizacional: las personas como colectivo.
Cuando todas las áreas se encuentran articuladas frente a los retos y el porvenir que trae el cambio organizacional es el momento en que la empresa se mueve frente a una misión y visión. Todas y cada una de las personas que hacen parte de ella se mueven al unísono, los conflictos son llevados como parte del aprendizaje diario y la cultura organizacional hace que los procesos que allí se realicen tengan altos estándares de calidad y se conviertan en únicos y particulares de la empresa.
Dimensión Clientes: las personas en la otra orilla.
Todas las personas que tienen relación con las organizaciones deben verse cobijadas por los cambios que ellas viven. Es por eso que los stakeholders hacen parte importante del proceso, ya que son el enlace de la organización ante el exterior de la misma. Sin lugar a dudas este público es uno de los vehículos más importantes para comunicar y difundir el cambio.
Dimensión Entorno: más allá de las personas.
Toda la estrategia y los planes para que el cambio sea una realidad no pueden quedarse solo en la organización. Es de suma importancia que trasciendan más allá de lo evidente y que se sitúe en la mente de los clientes y en la sociedad en general. Sus buenas prácticas y su know how claro y sencillo se convierten en su razón de ser y en su identidad frente a otras organizaciones.
Estas dimensiones se convierten en el camino que las organizaciones deben recorrer para alcanzar el tan anhelado cambio que necesitan y lo hagan desde el interior de cada persona hasta los entornos a los que llega la influencia de su trabajo.
¿Mi empresa está preparada para vivir el cambio?
En una carrera tan ajustada en la que no se permite quedarse atrás cobra importancia estar a la vanguardia de la mano de la adaptación y la flexibilidad. Entonces, es el momento de preguntarse sobre el rol que su empresa está desempeñando actualmente: ¿Reactiva o proactiva?, ¿pionera e innovadora o seguidora de lo que está establecido?
Es necesario entender el cambio como un proceso íntimo, necesario y beneficioso para su organización. Las fórmulas de éxito funcionan para quienes se arriesgan a experimentar, dejando muy poco para los que se quedan esperando que algo ocurra.